El Tango Juega De Local

Llegó la hora de jugar. El Campeonato Metropolitano de Tango, en su tercera edición, redobla la apuesta y los bailarines aceptan, gustosos.

Ahora que el torneo vuela solo, fuera del amparo del Festival de Tango, los participantes sienten que esa autonomía implica un reconocimiento y una responsabilidad.

Ya no se trata sólo de asignarle al Metropolitano el peso de la urgencia eliminatoria con vistas a una instancia superior, el Mundial.

No sólo se dirimen aquí razones instrumentales: las parejas saben que bailarán en su “casa” y eso vale más que una clasificación.

Claro, Buenos Aires es, de algún modo, su casa. Pero en este Metropolitano esa sensación de intimidad y de pertenencia se potenciará por el hecho de que todas las instancias (con excepción de la final) se desarrollarán en las milongas porteñas. Allí donde se baila todas las semanas, donde se conserva, recreado por las nuevas generaciones, la vigencia de un linaje tanguero de excepción.

En las milongas, los bailarines vivirán realmente la sensación de ser el centro geográfico de todas las miradas; en las milongas, las parejas jugarán su propio mundial, porque son conscientes de que quien logre llevarse a su barrio el título de campeón de Buenos Aires, puede arrogarse el privilegio de ser, por añadidura, el mejor del planeta. Cada cual con sus mañas, defendiendo un estilo, viejos milongueros, jóvenes espontáneos o formados académicamente, se disponen a jugar el más porteño de los juegos, el que identifica emocionalmente a una ciudad que vive el tango como ninguna.

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