Es el tango por antonomasia, conocido en todo el mundo y en infinitas versiones. Acá te invitamos a revivir las aventuras de Matos Rodríguez y su creación.
Como el de todo mito que se precie, las circunstancias del nacimiento de La Cumparsita yacen en penumbras. El año “oficial” de nacimiento es 1917, por eso este año 2017 presenciaremos multitud de homenajes celebrando los cien años. Pero todo indica que el año fue 1916. (Claro, 1917 es una elección cómoda, porque coincide con la grabación de Mi noche triste por Gardel. Pero la verdad es que el equivalente instrumental de Gardel es la orquesta de Julio De Caro de 1924.)
Lo que sí que parece cierto es que nació en verano, más exactamente hacia los carnavales. No hay duda del lugar: Montevideo. Cuenta la leyenda que Gerardo Matos Rodríguez creó La Cumparsita con el objetivo de ser cantada en carnaval por la comparsa de la Federación de Estudiantes del Uruguay, llamada precisamente “La Cumparsita”. En su día, un nombre significativo hasta cierto punto.
¿Llegó alguna vez a cantarse en carnaval? No tenemos certeza. Si así fue, ¿qué letra tenía? Quizás fuera una letrilla de “color subido” como sugiere el propio García Jiménez. Que nadie haya recordado la letra puede ser una señal de que no llegó a cantarse. ¿Cómo sonaría La Cumparsita en ritmo de murga? Cuesta imaginar a la actual Cumparsita acompañada por el colorido borocotó del carnaval oriental. He aquí un desafío para algún arreglador intrépido. De todos modos, del testimonio de Eduardo Carlos Gunawardana a Horacio Ferrer se desprende que La Cumparsita nació como tango, que se compuso durante el carnaval pero que del ambiente del carnaval sólo tomó su título.
Como a menudo en la historia del tango, abundan las imprecisiones, las fantasías y los datos de segunda mano. Algo al menos quedó de los carnavales montevideanos: el nombre, que no es poca cosa. “Cumparsita” es diminutivo de “comparsa”. Pero José Gobello es más específico: el cambio de la “o” por la “u” no obedece a un simple capricho, pues el vocablo “cumpàrza” existe en el italiano meridional con el mismo sentido de la “comparsa” castellana. Y sabemos que el italiano era moneda corriente en el Río de la Plata. Por eso García Jiménez, mucho antes de se publicara el Diccionario Lunfardo de Gobello, dice “macarrónico diminutivo”. Entonces la palabra “cumpàrza” habría sido corriente en Montevideo a principios del siglo XX, pasando a enriquecer el vocabulario de la calle. “Cumparsa” es por lo tanto un equivalente lunfardo de “comparsa”, derivado de un regionalismo italiano.
En todo caso, lo cierto es que “la cumparsita” suena mucho más simpático que “la comparsita”. He aquí una “pegada” extramusical que puede servir de explicación a la hora de tratar de comprender las causas de su éxito.