Cuidado Con Las Ubicaciones por Juan Dargenton

Juan Dargenton no es un improvisado en las lides musicales: estudió en el Berklee College Music Boston (USA), bandoneón con un buen intérprete y mejor profesor como es Rodolfo Mederos, y él mismo es profesor en el Conservatorio Municipal de Avellaneda. Dargenton, que fue uno de los líderes del grupo tanguero El Tranvía, va por los 43 años y acaba de editar (no es el primero) un disco que contiene solo música de su autoría, cosa que Astor Piazzolla (un LP entonces), hizo por primera vez a una edad muy parecida; lo que no es un dato menor. En las promociones que acompañan al CD recién aparecido se dice que su música forma parte del pos Piazzolla, por lo que cabe imaginar que el mismo Dargenton cree y avala esa idea.

El tema es apasionante si tenemos en cuenta que la historia del tango, por ahora, tiene tres grandes capítulos: el primario y prostibulario, el de la era decareana y el que marcó la música de Piazzolla. Con una segunda disquisición: si el primario y el decareano tuvieron una multitud de grandes intérpretes y mejores creadores, la etapa piazzollera tiene un nombre excluyente: él mismo.

Esos tres grandes ciclos históricos, rotundos, muy claros, hace imposible equivocarse en cuanto a las fronteras. Solo se necesita información, conocimiento del tema. Por lo tanto hasta parece mentira que un músico bien formado, nacido y criado en Buenos Aires haya caído en ese error. Tampoco exime a Dargenton que la idea sea una apuesta mediática de quienes lo rodean y lo auspician. No es la primera vez que eso ocurre. Después de la muerte Piazzolla florecieron auto herederos por doquier, e incluso algunos llegaron más lejos: dicen haber sido señalados en tal calidad por el mismo Astor. La realidad, que es la única verdad, dice que a esta altura de siglo XXI, del tango y de la música Buenos Aires, todavía no apareció la figura que sea a Piazzolla lo que este fue a la era decareana.

No es simpático afirmar que la música de Dargenton solo está instalada en el ciclo que tiene el sello de Piazzolla. Y que no son las palabras (ni las suyas ni las de un comentarista) las que instalan esapremisa, si no lo que uno hace y otro escucha Su música y el músico (interpreta bandoneón, piano e incluye dirección y arreglos del disco) coforman una propuesta interesante, pero por ahora Dargenton no cambia la historia.

El CD es un meritorio esfuerzo. El mismo Dargenton llevó adelante la empresa con el sólido apoyo en la producción artística y en la ingeniera de grabación de Pablo López Ruiz, hijo de Jorge y sobrino de Oscar, de ahí la excelente audición que entrega este CD grabado en Buenos Aires en diciembre de 2001. Las 10 obras que componen el disco tienen distintas formaciones, desde la más numerosa, un quinteto de bandoneón, violín, cello, piano y contrabajo hasta el piano solo pasando por dúos, tríos y un cuarteto de grato sonido: violín, bandoneón piano y percusión. Son excelentes los aportes de Pablo Agri (hijo del gran Antonio), Damián Bolotín, ambos en violín y el de Alejandro Kalinoski en piano.

Lo de Dargenton como intérprete del bandoneón y piano (solo dos temas) es correcto, pero no seduce. La misma idea vale para sus composiciones. Parece más audaz arreglando e imaginando formaciones (por caso el cuarteto del párrafo anterior) que la creación musical en si. Alguna vez me pregunté porqué muchos músicos y cantantes argentinos insisten en transitar sobre sus obras. La historia relata que Piazzolla hay un solo (por ahora) y Joan Manuel Serrat hay varios pero no muchos. Y conste que Piazzolla (se insiste), dejó el pecho materno (debe leerse otros compositores del tango) cuando su música ya lo desbordaba por todos los poros. Frank Sinatra jamás cantó un tema propio, y quizá por eso fue La Voz. Los grandes artistas populares de Brasil nunca se largan solos, se apoyan, intercambian música y letras.

El disco intercala desde el principio al fin al temas rítmicos sostenidos por un sonido aproximado al Piazzolla de hace 40 años (bien por Dargenton al no utilizar los clásicos muletos de Astor copiados y robados hasta por los que hacen jingles en televisión), más perfumes y aires musicales a lo Eduardo Rovira y Rodolfo Mederos (su maestro y claro referente). A Dargenton le va mucho mejor en los temas de índole intimista (intercalados con aquellos rítmicos); en ese trance logra sus mejores composiciones: Viendo tus ojos, Entre amigos, Aquel entonces, Decir Adiós y Amalia, aunque en estos dos últimos se intercalan toques folclóricos (altiplano y zamba) que confunden, porque no es fusión al estilo de Dino Saluzzi, sino que el folclore va por un lado y la música e Buenos Aires, el tango de Dargenton, por otro.

Debe ser grato caer en un boliche donde toquen Dargenton y su grupo, con el mejor ánimo y una buena copa en los deseos. A la salida nos acompañará el buen momento pero no las ganas de tocar un cable de alta tensión para equilibrar los decibeles del corazón.

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