Piazzolla y Coca Cola No Es Lo Mismo (Marcelo Nisinman)

Acabo de grabar en Europa las Cuatro Estaciones de Astor Piazzolla. Creo que el CD va a estar en las góndolas argentinas a partir de 2004, espero. Desde ya digo que ahí no están ni se escuchan las partituras originales. Algo parecido hizo Astor cuando arregló Adiós Nonino para el segundo Quinteto, cuando cambió armonías y contrapuntos. El término arreglo, en mi caso, no es el más indicado, mejor hablemos de re-composición. En los ambientes musicales alemanes usan una expresión concreta: “Neu-Bearbeitung”.

La formación tiene bandoneón, violín, piano y cuerdas. ¿Qué diría Astor? Pienso que estaría contento. Él de alguna manera fue un pionero cuando grabó La Historia del Tango en los años ’60. Tengo otro trabajo discográfico que va a aparecer por la misma fecha y que incluye tangos tradicionales, un tema de Osvaldo Tarantino y algunos míos con formaciones diversas: quinteto de cuerdas más oboe, trío, dúo y orquesta, en todos los casos más bandoneón. Para esta grabación hice viajar a Basilea (Suiza) a Pablo Agri (violín y Christian Zárate (piano). Hay cosas del tango que solo los músicos argentinos pueden agregar. Con esto quiero decir que en todas las pistas está presente de manera fundamental el lenguaje del tango.

Me considero un músico por Piazzolla, lo que no quiere decir que busco una posición especial, solo el tiempo va a definir el valor de lo que hago. He trabajado y experimentado mucho en la Argentina. Ahora estoy radicado en Europa: me hice un lugar en Basilea para estudiar y escribir. Y desde esa ciudad, que es muy tranquila, nada que ver con Buenos Aires,, llego a toda Europa para actuar. Creo que allá analizan el arte de manera más positiva. No censuran a nadie por hacer música de antes o de ahora. Los argentinos somos más creativos pero a la vez destructivos. ¿O no lo sufrió Piazzolla?.

Me acaban de encargar una ópera tango de cámara que estoy escribiendo en forma atonal, diferente a los sonidos tradicional del tango o el mismo Piazzolla. Ya tiene aseguradas seis funciones, quizá sea lo más importante desde María de Buenos Aires hacia acá. El título provisorio es Sr. Retorcimientos y está basada en la épica griega sobre la tragedia de Creon, condenado a vivir eternamente. Todo sucederá en escenarios porteños y en tiempos modernos.

El tango es mi música pero quiero darle frescura de Siglo XXI. En la Argentina hay mucha confusión, ignorancia, desinformación, un bache generacional muy profundo. Piazzolla compuso su gran obra en las tres décadas que van del ’50 al ’70. Hacia los finales de su carrera es poco lo que escribe, a excepción de La Camorra y el disco con Gary Burton, siempre en función de avanzada.

Es bueno hablar de Piazzolla, lo que significó en mi formación. Tuvimos una linda amistad, hasta donde puede hablarse de amistad entre dos personas separadas por 50 años de vida. Sé que algunas personas, hasta de mi entorno, quisieron utilizar esa relación en mi favor. Nunca fue voluntad de mi parte, diría más, me perjudicó. No quiero aparece como ahijado artístico ni nada que se le parezca. No es la verdad. La vida me puso cerca, y de alguna manera me sentí su alumno sin que ello signifique cursos metódicos y académicos. Lo esperé una vez a la salida del teatro Regina donde estaba actuando con el Polaco Goyeneche y no me dio ni cinco de bolilla, parecía enojado. Años después, no muchos, compartimos varias temporadas de vacaciones en Punta del Este, él en su casa y yo en la de mis padres.

Por esa época yo era un poseído que estudiaba todo el día el bandoneón. Esa cercanía de verano y su amistad con mis padres me permitió conocer una persona más dulce y más abierta que aquel ogro de la puerta del Regina. Astor hizo correcciones sobre mi manera de tocar, pero lo que más me impactó entonces fueron sus consejos y comentarios. Decía que el mundo era de los audaces, que no hay cambios sin arriesgar, con errores incluidos. Conocía todos los secretos del tango.

Nosotros, en Buenos Aires, vivíamos en una casa muy grande en la calle Valentín Virasoro, en Caballito, y en 1989 Astor le pidió permiso a mi papá para hacer en el living los primeros ensayos del Sexteto, porque teníamos un buen piano. Para mi era la gloria: Astor me pedía que siguiera la partitura para diferenciar lo que él tocaba. Lo que estaba escrito era apenas una guía, uno 60% de las notas que le sacaba al bandoneón. Por ahí se iba de la estructura armónica, pero todo lo embellecía. La influencia explosiva de Piazzolla en mi manera de tocar se nota cuando actúo en conjuntos u orquestas.

Cuando grabo solos de bandoneón me rodean los consejos de Roberto Di Filippo, que era de una línea más intimista, como Julio Ahumada y el padre de esa escuela que fue Pedro Maffia. En cambio, Astor es afín con Pedro Laurenz y Leopoldo Federico, mucha más polenta para tocar, y de ahí que fueras tan distintos a Troilo. Dicho así parecen posiciones encontradas, pero todas a la vez están interconectadas. Yo los escuché y seguiré escuchando a todos, empezando por reconocer lo que le debo a mis maestros directos: Abelardo Alfonsín, Marcos Madrigal y Julio Pane. En estos días que pasé en Buenos Aires (julio de 2003) aproveché para ver en el Colón al Quinteto Real, me encantó ver a los músicos dándose máquina uno a otro. Es muy parecido a lo que hacían Ruggiero y Lavallén, en este caso con sus bandoneones en el Sexteto Tango; yo los miraba en El Viejo Almacén donde hice suplencias de pibe; se miraban a los ojos y era como tocar un bandoneón a cuatro manos, cosa que es dificilísima.

Muchas veces me preguntan porque dejé de tocar en el Quinteto de la Fundación Piazzolla. Primero contesto que pasé unos años hermosos tocando las partituras originales de Astor, fue una gran experiencia. Pero con el tiempo empecé a sentirme encerrado, disentía con la postura de Laura Escalada. Ella hace una seudo defensa de la obra, pero es hiper conservadora, para mi contraria al espíritu de Astor. Las ideas de Laura son respetables y como son los herederos legales el que no está de acuerdo debe dar un paso al costado. Yo veo que se está comercializando mucho la marca Piazzolla; pienso que ese tesoro artístico debería tener más cuidado: no es lo mismo decir Piazzolla o Coca Cola.

Volver a Buenos Aires es como cargar las pilas. En Europa se vive de otra manera y los músicos somos valorados. Claro que todo lo que estoy desarrollando allá hubiera sido imposible sin todo lo que pude mamar aquí. Por algo Piazzolla volvía siempre, alguna razón había, cada día lo entiendo más.

Por Marcelo Nisinman

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