Entrevista Con El Mito Del Escenario (2)

Segunda parte tras la primera parte.

– ¿Pero a quién desfavorece eso?

– No se llega a nada. Hay un exceso en el mercado de producción y de tangos. Ninguno se destaca. No queda nada. Yo me acuerdo que escuchaba en Radio El Mundo a Aníbal Troilo y estrenaba “Romance de barrio”, por ejemplo. Los músicos al día siguiente pedían el arreglo. Era otra la elaboración de un éxito. Ahora no debería ser tan fácil tener un disco y difundirlo en la radio. No quiere decir que no merezca la difusión. Pero hay que recorrer un camino. Un cantor de tango cuando comenzaba como solista, como Edmundo Rivero, Alberto Marino, Roberto Goyeneche, tenía 20 años atrás de cantar en una orquesta.

– Eso le aconseja a un músico joven: hacer camino.

– No desesperarse por decir “grabé”. Tampoco tienen muchas oportunidades de trabajar. La verdad es que tocan por diez pesos. ¿De qué viven? Hay dos o tres locales que trabajan con el turismo. Y esos lugares casi ni llevan orquesta. Siempre digo que se metan en las oficinas de turismo como la de Buenos Aires y se busquen el pan con las tanguerías. Para ir a perder la noche y después llegar a tu casa a la madrugada, corriendo el riesgo que te roben, yo prefiero quedarme en mi casa.

– ¿Por qué nunca ejerció la docencia?

– A veces me pregunto eso. Yo trabajé a full toda mi vida. Por ejemplo, Horacio Romo hace lo que hice yo cuando era joven. No tenía tiempo de tener alumnos. Y cuando estaba en mi casa, tenía ganas de estar tirado y descansar. Ese fue uno de los motivos. El otro es la falta de paciencia. Y también la falta de método. Para hacer docencia, hay que sentirla. Hay que estar organizado y saber: yo soy chinchudo y nervioso. Capaz que le explico y si no lo agarra, me pongo loco.

Un día en la vida de Leopoldo Federico

“Trabajo entre las 11 y las 5 d ela tarde en la Asociación Argentina de Intérpretes. Llego a mi casa y está mi señora sola. Algunos me preguntan si estudio. Primero, me pasa que no tengo voluntad. Después de estar todo el día en la calle no tengo ganas de ir a mi pieza a tocar el bandoneón. Yo me tengo que quedar con la vieja viendo televisión. Veo fútbol, lo sufro, soy hincha de Racing. Me amargo todos los fines de semana”.

La orquesta y yo

“Ahora, música clásica no escucho nada. De popular, un poco me cansé de seguir los discos del año ´40. Tengo tan metidos los tangos en el oído, que si vos ponés no un compás, sólo un acorde de un cierre, un chan chan, yo ya sé qué orquesta es”.