Con La Música En El Alma – Francisco Canaro

La pobreza que vivió durante sus primeros años lo marcó de por vida. Con el tango y gracias a su trabajo constante, logró adquirir la anhelada fortuna y fama.

Francisco Canaro nació en 1888 en el pueblo uruguayo de San José de Mayo y murió en Buenos Aires, a los 76 años. Se destacó como violinista, compositor y director de orquesta de tango. Fue el creador de la famosa “orquesta típica”. Realizó innumerable cantidad de grabaciones discográficas. Difundió el tango por el mundo y en las distintas ramas del espectáculo: teatro, radio y cine. Luchó por los derechos de autores y compositores. Es un nombre siempre presente en la historia del tango.

Primeros años

“No tuve infancia”

Nació en un pueblo de Uruguay el día 26 de noviembre de 1888, dentro de una familia muy numerosa de origen italiano. Desde su misma llegada al mundo adquirió el apodo de “Pirincho”, que lo acompañó a lo largo de toda su vida, por la semejanza de sus cabellos parados con el pirincho, pájaro rioplatense caracterizado por tener plumaje abundante, larga cola y un copete desordenado en su pequeña cabeza. Siendo Francisco un niño, los Canaro se trasladaron a Buenos Aires y se instalaron en un conventillo del barrio de San Cristóbal. Durante su niñez debió sortear innumerable cantidad de obstáculos, ya que de cuna humilde y pobre, a muy temprana edad Francisco debió salir a trabajar para colaborar con su familia, de modo que por las mañanas vendía diarios en tranvías y esquinas junto con dos de sus hermanos, mientras que durante las tardes, con el fin de obtener mayores ingresos, se ganaba la vida como lustrabotas, con un cajoncito que el mismo se había fabricado. Más adelante entró como aprendiz en una fábrica de aceite, aunque ya comenzaba a tener otras aspiraciones.

Desde pequeño “Pirincho” se sintió atraído por la música y llegó a ser cantante solista en coros de las comparsas de Carnaval. Su vocación musical despertó seriamente cuando comenzó a tomar clases de guitarra con un vecino zapatero. Gracias a la práctica adquirida para el acompañamiento empezó a dar serenatas y a tocar en los bailes familiares en los que se prohibía el tango. Con un instrumento prestado aprendió a tocar el mandolín, pero su verdadero sueño era el violín y al carecer del dinero para comprarlo, con ayuda de un amigo se fabricó uno con una lata de aceite, en el que aprendió a ejecutar los primeros tangos. A partir de ese momento dejó su trabajo, se dedicó a aprender violín “de oído” y se hizo un amplio repertorio de tangos, valses y polcas. Con muchachos del barrio formó un trío de violín, mandolín y guitarra para tocar en bailes y fiestas caseras, donde su raro instrumento llamaba siempre la atención. Aunque su verdadera vocación era la música, ante la necesidad de trabajar para subsistir y así ayudar a su familia, desarrolló también el oficio de pintor de brocha gorda durante bastante tiempo e incluso participó en las obras del Congreso de la Nación. Con los pesos que juntó compró su primer violín, que no era nuevo pero hizo que Canaro se sintiera un músico de verdad y se dedicara exclusivamente a la música.

La música como profesión

“Al tango le debo todo”

Francisco Canaro inició su trayectoria en el tango en 1906, a los 18 años al debutar profesionalmente con su trío en la localidad de Ranchos (situada en la provincia de Buenos Aires), momento en que empezó con sus estudios de música y realizó su primera gira por el interior de la Argentina. Organizó un trío de violín, piano y bandoneón, instrumento que introdujo por primera vez en su conjunto, con el que consiguió contrato para tocar en el “Café Royal”, por ese entonces, 1908, lugar de diversión de mayor convocatoria en el barrio de La Boca. Más adelante, cuando el tango comenzó a ser un género musical hecho y derecho, con aceptación en los círculos formales de la cultura pública, se presentó en el centro de la ciudad en locales de gran importancia, como el “Royal”, el “Pigall” y el “Armenonville”.

De su labor como compositor, se destaca la gran cantidad de variaciones que dio a sus obras, comenzando a mostrar su talento, en el año 1908, cuando creó su primer tango: “La barra fuerte”. El tango-fantasía lo encontramos presente en “Pájaro Azul”; en 1912, con “Pinta Brava” inició la modalidad del tango-milonga, de gran suceso. Algunas de sus composiciones exitosas fueron “El chamuyo”, “El pollito”, “Charamusca”, “Mano brava”, “Nobleza de arrabal”, “La tablada”, “Destellos”, “El opio”, “Sentimiento gaucho”, “La última copa”, “Madreselva”, “Déjame”, “Envidia”, “Se dice de mí”, “La brisa” y “El tigre Millán”. “Matasanos” (sarcasmo por médico), fue escrito a pedido de los estudiantes de medicina, que en el día de la primavera organizaban los “Bailes del internado”. En uno de ellos, dada la dimensión adquirida por su conjunto, ocupó por primera vez la posición de director de su orquesta que por tanto tiempo desempeñó.

En cuanto a su obra como director, puede apreciarse en Canaro una continua preocupación por producir cambios en sus formaciones. Su orquesta, una de las más solicitadas y prestigiosas de la Argentina y la primera en ingresar en residencias aristocráticas donde el tango era resistido, obtuvo permanentes enriquecimientos y mejoras gracias a que “Pirincho” supo ser un innovador, introduciendo instrumentos y modalidades que no se correspondían con las tendencias clásicas: fue pionero en la incorporación del contrabajo a la orquesta de tango; en añadirle un cantor, aunque sólo para entonar el estribillo, para matizar sin tapar a la orquesta, comenzando así a utilizar “estribillistas” y también hizo que los primitivos cuartetos se convirtieran en agrupaciones numerosas y hasta sinfónicas. Fue el creador de la llamada “orquesta típica”, cuando en los Bailes de Carnaval de 1917, en el Teatro Colón de Rosario, formó un conjunto de dimensiones descomunales para esa época, uniendo su formación con la de Roberto Firpo, para así contribuir de manera decisiva a la consolidación de la orquesta típica y a su afirmación a nivel teatral como gran espectáculo. En cuanto a su tendencia interpretativa, perteneció a la escuela tradicional: mantenía la ejecución del tango dentro de los mismos patrones, es decir, con un evidente predominio de la marcación rítmica sobre lo armónico, influenciado por la milonga, apto para bailar rápido, con figuras intrincadas, el estilo propio del veterano y del profesional.

“Pirincho” estuvo siempre acompañado por excelentes músicos, instrumentistas y vocalistas en su orquesta. Entre sus integrantes pueden nombrarse a “Minotto” Di Cicco (bandoneón), Luis Riccardi (piano), Mariano Mores (piano), Oscar Sabino (piano) y Ernesto Di Cicco (bandoneón). A lo largo de su carrera trabajó con todos los nombres legendarios de la primera época del tango. Creador de sus propios conjuntos, por su continua voluntad de superarse fue uno de los responsables de la expansión del género que desde las orillas ganó el salón elegante y cobró poco a poco sentido de gran espectáculo, a través de las comedias musicales. Un programa radial de mediados de los ’50 acuñó una frase comodín para referirse a cualquier hecho muy antiguo: “De cuando Canaro ya tenía orquesta”.

Trabajador incansable, Francisco Canaro mostró una permanente e intensa preocupación por la expansión del tango, lo llevó por el mundo, en editoriales de música, compañías grabadoras de discos, teatro, radiofonía y cine. “Pirincho” se ocupó activamente de difundir el tango en el espectáculo, por sus diferentes ramas. En comedias musicales su labor como compositor gozó de una gran acogida del público, quedando plasmado su éxito en quince obras. En todas ellas estrenó un gran número de tangos, valses, polcas, milongas y marchas. Estas obras, en su amplia mayoría fueron realizadas en colaboración con el conocido comediante y revistero Ivo Pelay. La temática reflejaba en cuerpo y alma el ambiente porteño, exceptuando “Luna de Miel para tres”, obra que combinaba números mexicanos con expresiones de música argentina, de la cual participó, entre otros, el conocido artista mexicano Jorge Negrete. Sus composiciones musicales para teatro comenzaron en el año 1919, cuando escribió la música para un sainete criollo: “Nobleza de Arrabal”, y el productivo ciclo concluyó en el año 1949, con la obra “Con la música en el alma”, en la que además de participar como autor de la música, director de orquesta y co-empresario, también intervino como actor con un importante papel. Con estas obras no sólo cosechó triunfos en Buenos Aires, sino también en Montevideo. Canaro también se desempeñó en la radio, donde consiguió ser la máxima figura. Hizo varias presentaciones radiales junto con su orquesta en Radio “Nacional” y Radio “El Mundo”. A fines del 1932 debutó en el cine, con Carlos Gardel. En el ’34 fundó una productora cinematográfica “Río de la Plata” para la filmación de largometrajes. Produjo once películas para cine, pero en esta rama artística no logró triunfar (fue la única), ya que no tuvo suerte e incluso perdió dinero.

Canaro jerarquizó al tango en el exterior y procuró hacerse conocer en todos los lugares posibles. En 1925, cuando emprendió su viaje a Paris, llevó a sus hermanos, a sus estribillistas Agustín Irusta y Roberto Fugazot y al pianista Lucio Demare y con estos últimos formó un trío que triunfó durante varios años en Europa. Llegado el momento de su presentación en el dancing “Florida” se encontró con un inconveniente que su gran astucia pudo superar sin problemas: debido a la existencia de una ley protectora del sindicato de músicos, en Paris las orquestas extranjeras no podían presentarse sino como “orquestas de atracción”, teniendo que mostrar alguna característica novedosa que las diferenciara de las francesas. Ante tal situación, el astuto Canaro tuvo la genial idea de vestir a toda su orquesta de gauchos, lo que llamó considerablemente la atención, e introducir fragmentos recitados del Martín Fierro, además de incorporar a una cantante de tangos vestida de paisana y a un extraño instrumento, el serrucho. A partir de ese momento todas las orquestas argentinas que allí se presentaban debían vestir del mismo modo, pasando a ser el traje de gaucho (pañuelo al cuello, botas y chiripá) un símbolo de lo criollo; y también tenían que incorporar una cancionista, modalidad anteriormente inexistente. Sus presentaciones tuvieron una gran aceptación, al punto de que el propio “Pirincho” lo consideró el éxito más grande de su vida. Trabajaba a sala llena, debían hacerse reservas con anticipación y se lo convocaba para tocar en los mejores lugares y fiestas. En ese entonces en Paris el tango hacía furor. Tuvo tanto éxito que repitió el espectáculo en Madrid y Nueva York, debutando allí, en 1926. Luego realizó giras por Brasil, Uruguay y Chile. Décadas más tarde siguió expandiendo el tango por el mundo, al presentarse en Japón.

Desde que, en 1913, se le presentó la oportunidad de realizar su primer disco continuó ininterrumpidamente con sus grabaciones, gozando todos sus discos de una gran difusión. A antiguos tangos suyos los modificaba, les cambiaba sus nombres, y los volvía a renombrar si se les agregaba letra. A modo de ejemplo, su tango sinfónico “Pájaro azul” provenía de su anterior “Nueve puntos”; “Halcón negro”, de 1932, era previamente “La llamada”, y ya con letra pasó a ser “Rosa de amor”. La vastedad de la obra de “Pirincho” Canaro puede comprobarse con los siete mil títulos grabados en discos a lo largo de su carrera artística. Entre sus innumerables grabaciones pueden mencionarse las realizadas con Azucena Maizani, Ignacio Corsini, Charlo, Ada Falcón, Libertad Lamarque, Nelly Omar y Tita Merello. Llegó a acompañar a Carlos Gardel en la grabación de discos con gran aceptación. De este hombre que tanto hizo por el tango en su larga trayectoria, debe destacarse su habilidad como empresario del espectáculo, resultando ser una síntesis del tango entendido como negocio, ya que supo explotar al máximo cada innovación técnica que la industria le posibilitó.

No le fue ajena la lucha por los derechos de autor, puesto a que comenzó a ocuparse de ello ya en 1918, momento en que no eran tenidos en cuenta. Trabajó por el respeto a intérpretes y compositores, interviniendo en la creación de la actual SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música), el 9 de junio de 1936, sociedad que presidió en varias oportunidades.

Se dice de mí

Muchos fueron los ataques que debió soportar Francisco Canaro y los rumores que giraron y aún hoy continúan girando en torno a su persona. Acumuló tal número de obras que hasta hoy se discute cuántas realmente nacieron de su inspiración, y de cuántas se apropió a cambio de favores o dinero, polémica que no disminuyó su notoriedad. Gracias al tango, su inseparable compañero de vida y a su incansable actividad, este “hombre que se hizo a sí mismo” logró escalar posiciones y adquirió la fama y la fortuna que tanto ambicionaba y de la cual su cuna carecía, situación reflejada en un dicho popular que decía de quien poseía mucho dinero: “Tiene más plata que Canaro”.

Pese a todo lo que se dijo, dice y dirá de él, hay algo realmente indiscutible; no puede negarse que Canaro, es una figura siempre presente, de uno u otro modo, en los distintos capítulos y facetas de la historia del tango. Sus actividades se propagaron por terrenos donde ningún otro tanguero incursionó. Su carrera, junto con la resonante e ininterrumpida popularidad que adquirió, se extendió por casi sesenta años, hasta el momento en que murió, el 14 de diciembre de 1964, a consecuencia de la osteítis deformante, conocida como “mal de Paget”, extraña dolencia que venía padeciendo desde hacía cierto tiempo y que lo había desmejorado bastante, afectándolo en sus huesos. Esto no fue motivo suficiente para que “Pirincho” frenara su incesante actividad, ya que la muerte lo encontró frente a su escritorio, como no podía ser de otro modo, trabajando, como siempre: con la música en el alma.

Glosario:

Conventillo: vivienda subdividida en numerosas habitaciones en las que sus habitantes hacinados comparten un baño y patios comunes.

Orquesta Típica: conjunto característico para ejecutar tangos formada por un piano, bandoneones y violines en números equivalentes, generalmente multiplicados por dos, y un instrumento que hace de bajo.

Tango-fantasía: tango que se caracteriza por permitir el lucimiento de la orquesta que lo interpreta; resaltándose en él la ejecución en sí.